Lo vi allí, erguido, impensable, inesperado; no solo único, sino redoblado, como una garantía, una promesa…

Y por un instante la tormenta ya no importó, porque Él estaba conmigo.
Lo vi allí, erguido, impensable, inesperado; no solo único, sino redoblado, como una garantía, una promesa…
Y por un instante la tormenta ya no importó, porque Él estaba conmigo.
Página del escritor Álex Padrón
Relatos empolvados e infames bocachancladas en el filo entre la gloria y la vergüenza ajena.